Homenaje a Mario, ante su reciente fallecimiento
Mario —Jacobo Mer Aizenberg (9-12-1930 / 25-07-2021)—, maestro mayor de obra, llegó al CEAEZ Zhitlovsky en la década del 70 de la mano de nuestro compañero Isaac Rapaport, quien supo ser su odontólogo. Allí participó activamente por largos años. Fue integrante del Consejo Directivo del ICUF desde 2009.
Colaboró con la Comisión Directiva del Espacio Cultural IFT (Sholem Buenos Aires) desde el 2012. En 2013 fue su Tesorero. Desde 2015 fue Presidente del IFT.
Luego del fallecimiento de Flora, su esposa, fue miembro del Comité de Bioética del hospital Udaondo. Cálido, generoso, comprometido, así te recordaremos, querido Mario.
A continuación, fragmentos de las palabras de su sobrina, Karina Leibinstein, y de sus compañeros del ICUF
Algunas personas como mi querido tío Mario son tan especiales que merecen nuestro eterno homenaje.
Mi tío ha dejado una huella en la vida que jamás se borrará, y así pueden atestiguarlo quienes lo han conocido.
Él era un ejemplo de vida, un trabajador incansable. Madrugó toda su vida y por las noches se quedaba dormido en un sillón mirando la tele. Vivía en un hermoso departamento del barrio de Belgrano, que él mismo construyó.
Era una máquina incansable de “hacer gauchadas” a quien lo necesitara. Si de dar una mano se trataba, ahí estaba Mario.
De alguna manera, él estaba. Tenía un don especial, era muy sabio.
Yo lo conocí como tío y, lógicamente, tengo una visión subjetiva y sesgada de su persona, pero se trata de un ser que me enorgullece tanto, que no podría ser de otra manera.
Porque mi tío pasó por esta vida sembrando, y hoy cosecha este infinito homenaje.
Era una persona muy activa, con sus noventa años. No paraba nunca, siempre tenía alguna actividad o encuentro, viajaba en colectivo, iba los martes a escuchar conciertos y, los miércoles, al cine. Eran increíbles su voluntad y sus ganas de vivir, pero desde el 2020 esta pandemia lo alejó de sus grupos de pertenencia y de sus rutinas.
Él sabía que había reuniones por Zoom, pero no podía participar. Hicimos lo imposible para llevarle una compu o mostrarle que podía, pero se negaba. Como a muchas personas mayores, le costaba.
Creo que, en realidad, se negaba a aceptar que no podía haber contacto físico ni presencialidad.
Cuando cumplió 87, hizo un hermoso asado en el Club Comunicaciones del barrio de Agronomía, donde festejamos con mucha alegría. Ese Club es muy especial para nuestra familia. Ese día estábamos empezando a planificar su cumple de 90, el que sería multitudinario, con invitados de todos sus grupos: las comisiones del ICUF, el grupo de diabéticos que se encontraba a hacer ejercicio, los que conformaban el Comité de Bioética del Hospital Udaondo, el grupo de encuentro y debate de la Biblioteca del Congreso, familia, amigos de la vida.
Sin embargo, cuando llegó ese 9 de diciembre de 2020, estábamos en aislamiento.
Fue un festejo íntimo, pero no podíamos comer de la cantidad de llamadas y videos que le enviaban. Tuvo su torta de River Plate, y yo le decía: “¡Tío, qué hermoso que te quieran tanto!” Y él respondía: ¡La verdad que sí!”.
Cada vez que me despedía por teléfono le decía: “TÍO; TE QUIERO MUCHO”, y su respuesta hoy suena como música en mis oídos, como la que amaba escuchar cada martes en la Facultad de Derecho: “YO TAMBIÉN, SOBRINA QUERIDA… GRACIAS POR LLAMAR…”.
Mario amigo, padre, zeyde, hacedor de gauchadas, ¡merece nuestro eterno reconocimiento, agradecimiento y honor!
Te queremos y nunca te olvidaremos.
Hasta Siempre Marito!!! Mi abuelo postizo. Un abrazo fuerte
Casado con Flora, una de las hermanas de mi madre, hace años que no veía a mi tío Mario. Mis intentos por wathsapp no tuvieron nunca eco. Por ello lo llamaba de tanto en tanto a su línea fija. Y como estaba a menudo en actividad, fuera de su casa, no lograba conversar con él. Además, se daba la distancia y la diferencia de horario pues vivo en Francia.
Lo que me queda presente de este hombre bueno, amable, es, sobre todo, su sonrisa. Siempre. A mal tiempo, buena cara.
Zisele, hija de Berta e Iche. Jacinta, la cantora…
La partida de Mario, que no es su ausencia, me produjo una gran tristeza. Con Mario compartimos infinitas reuniones de Consejos Centrales y nos teníamos un gran cariño.- Siempre era una alegría el encuentro y las charlas con humor, que compartíamos.- Hombre sensato y de palabra clara, repartiendo afectos y compromiso por donde fuera. Una pena inmensa me embarga, pero me queda las alegrías de haber compartido hermosos momentos juntos.- Mario es uno de los tantos compañeros y compañeras que ennoblece nuestro ICUF con su militancia.- Siempre en el mismo camino honrando a los compañeros/as que nos precedieron.-