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Paula Ansaldo (UBA-IAE/CONICET)

Paula Ansaldo (UBA-IAE/CONICET)

“Podemos afirmar que la Comisión Femenina del IFT no es solo una comisión de mujeres, sino que lucha hombro con hombro con los demás integrantes de la institución”, sostenía en un artículo de la revista Nai Teater (1951) Lola Grinberg, presidenta de la Comisión Femenina del IFT.

La Comisión se funda oficialmente en 1945 y entre sus actividades se encontraba la organización de un leien craiz (círculo de lectura), así como de charlas y conferencias sobre diversos temas de interés cultural abiertas a la comunidad. Además, sus integrantes publicaban regularmente notas en la revista Nai Teater y en Di Idishe Froi sobre de teatro y cultura, pero también acerca del lugar que debía ocupar la mujer en la institución.
Sin embargo, la Comisión Femenina del IFT no se dedicó únicamente a organizar actividades destinadas a las mujeres, sino que jugó un importante rol en el sostenimiento de la institución trabajando a la par de sus compañeros hombres. Las campañas de recaudación de fondos para la creación del elenco estable y especialmente para la construcción de un edificio del IFT, contaron con el aporte de la Comisión Femenina. Según lo relatado por sus integrantes en la revista Nai Teater, fue la decisión de crear en 1945 una sección de mujeres en el Comité Pro Edificio Propio lo que contribuyó a darle impulso a la Comisión Femenina y a engrosar sus filas con nuevas integrantes.

Comisión femenina

Comisión femenina

Las mujeres del IFT diseñaron y llevaron adelante propuestas para alcanzar el objetivo de la construcción del teatro: organizaron festivales, conferencias y charlas, banquetes y diversos actos culturales que incluían números artísticos interpretados por los integrantes del elenco del IFT, cuyas entradas se destinaron a la construcción del edificio, y fueron muy activas en la venta de bonos entre los simpatizantes de la Institución.
Una vez inaugurado el edificio, las mujeres del IFT impulsaron proyectos e iniciativas artísticas y pedagógicas que influyeron notablemente en la política del Teatro en cuanto al público infantil y juvenil. Ya desde antes de poseer un edificio propio, la Comisión Femenina había creado una escuela de teatro para niños, otra de iniciación musical y una de ballet infantil.

Finalmente, en 1961, gracias a la mayor disponibilidad de espacios y salas, estas iniciativas desembocaron en la creación del Departamento Infantil, cuyo objetivo era nuclear la multiplicidad de actividades destinadas a los niños y niñas que ya se estaban realizando en la institución. El Departamento tomaba bajo su órbita la escuela de ballet, bajo la dirección de Hala Pelypenko, las clases de iniciación musical y flauta con Elsa Alcolumbre y las de interpretación con Marta Gam, el cine-club infantil llamado “Pibelandia”, la programación de los espectáculos infantiles y el Departamento de Títeres del Teatro.

Caperucita Roja

Caperucita Roja

Por otro lado, el elenco del Teatro IFT estuvo desde su mismo surgimiento integrado por una gran cantidad de actrices tales como Sara Aijenboim, Eda Waserman, Berta Malamud, Dora Windler, Sara Solnik, Golde Flami y Marta Gam que desarrollaron una amplia trayectoria artística dentro de la institución, pasando luego incluso a destacarse en el teatro y el cine nacional. Dos de ellas, Jordana Fain y Cipe Lincovsky, llegaron incluso a desempeñarse como directoras del elenco del IFT y encabezaron proyectos artísticos en roles que en esa época no eran habitualmente ocupados por mujeres.
Jordana Fain dirigió en 1956 la obra infantil Caperucita Roja, adaptación del escritor judío Eugenio Schwartz, en 1960 Pluft, el fantasmita de María Clara Machado y en 1963 El espantapájaros que quería ser rey de Agustín Malfatti, pasando así a integrar el “Equipo de dirección” del IFT, el cual tenía a su cargo la discusión colectiva de los aspectos artísticos de la temporada teatral.

Fue además directora del Estudio Infantil, el cual llegó a tener más de 60 alumnos, e integró el plantel docente de la Escuela de Formación Dramática teniendo a su cargo las clases de interpretación actoral de segundo año. Su trabajo al interior del IFT le otorgó así un importante reconocimiento dentro de la escena teatral nacional que la llevó a ser invitada a participar como actriz de otros proyectos artísticos de gran resonancia en el campo cultural argentino: en 1957 fue convocada por Francisco Petrone para protagonizar la obra Largo viaje de un día hacia la noche de Eugene O’Neill en el Teatro Odeón, y ese mismo año actuó en el film La casa del ángel bajo la dirección de Leopoldo Torre Nilsson.

Su gran reconocimiento en el campo artístico de la época se expresó también en la obtención de la beca del Instituto de Cultura Ítalo-Argentino para realizar una estancia de perfeccionamiento artístico en Italia en 1959, gracias a la cual trabajó en el Piccolo Teatro di Milano, tomando contacto allí con importantes directores e intérpretes de la escena italiana.

Por su parte, Cipe Lincovsky se incorporó al teatro siendo una niña cuando participó de las clases del Estudio Infantil. Integró luego el Estudio Juvenil y unos años después se egresó de la Escuela de Formación, ingresando al elenco y pasando pronto a ser una de sus más importantes actrices. Su carrera internacional comenzó cuando protagonizó en Alemania la obra Ich selbst und keine Engel/Yo solo y ningún ángel de Thomas Christoph Harlan, con la que se presentó durante ocho meses el teatro Kongresshalle de Berlín occidental. La misma obra realizó también funciones en 1959 en Berlín oriental en el Berliner Ensemble, el teatro de Bertolt Brecht. Durante estos meses, Cipe realizó también presentaciones en ídish de klein kunst, tanto en Berlín como en las ciudades polacas de Varsovia, Lodz y Wroclaw.

Profundas Raíces

Profundas Raíces

Posteriormente, en 1961, filmó para la televisión alemana Santa Juana de América, adaptación cinematográfica de la obra del dramaturgo argentino Andrés Lizarraga, en la que interpretó a Juana Azurduy. A su regreso a la Argentina, Cipe retornó al IFT, pero no ya únicamente como actriz sino también como directora, debutando en el rol en 1959 con la obra Profundas Raíces de Arnaud D’Usseau y James Gow. A partir de la década del 60, se alejó de la institución para buscar su carrera profesional en el teatro y la televisión, adquiriendo gran reconocimiento en la escena artística argentina.

De esta forma, las actrices del IFT pudieron ir más allá del “techo de cristal” de su profesión, que dificultaba que las mujeres ocuparan tareas de dirección en las compañías teatrales a las que pertenecían. Especialmente las figuras de Jordana Fain y Cipe Lincovsky se destacaron como integrantes fundamentales en la historia del teatro, y con su labor en la escena artística, tanto argentina como internacional, contribuyeron al reconocimiento del IFT por fuera de las fronteras del ámbito judío.

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