Desarticuló una red de trata en los años ’30; merece ser rescatada del injusto olvido. La historia de Raquel Liberman ha inspirado numerosas obras de arte: libros, producciones cinematográficas, obras teatrales, poemas.

La Zwi Migdal era una poderosa organización de “captaba” jovencitas en las perdidas aldeas de Europa Oriental para traerlas a Argentina mediante engaños (trabajos, matrimonio) para ejercer la prostitución.

Cuando llegó en 1918 a Buenos Aires, Raquel comprendió rápidamente la triste situación. Atrapada por la Zwi Migdal, fue recluida en diversos prostíbulos de la calle Junín, para ser explotada sexualmente, sufriendo todo tipo de violencia por parte de los «caftenes» (tratantes judíos) para vencer su tímida resistencia. Durante diez años permaneció prisionera de las redes de trata; logró ahorrar un poco de dinero a escondidas con el objetivo de comprar su libertad, lo que pudo hacer gracias a la complicidad de un cliente que se apiadó de ella. Con sus ahorros restantes compró un local en la calle Callao , pero rápidamente detectada por la Zwi Migdal, comenzó a ser acosada, amenazada y extorsionada para que su terminar con su «mal ejemplo”.

Secuestrada nuevamente, Raquel logró escapar y contactar con el comisario Alsogaray, que había investigado a la Zwi Migdal. El 31 de diciembre de 1929 radicó la denuncia que llevaría a la liquidación de esa tenebrosa organización.

El juez de instrucción en lo criminal Manuel Rodríguez Ocampo citó a Liberman para que ratificara sus declaraciones. De ella se desprenden los detalles siniestros de este negocio criminal: las víctimas eran trasladadas de modo forzoso de un lugar a otro, se aplicaban tormentos físicos y psíquicos a fin de doblegarlas, las mujeres que ingresaban voluntariamente maltrataban a las que llegaban engañadas y por la fuerza, y se aplicaban la amenaza para que ninguna se animara a denunciar la organización. El juez ordenó allanamientos y se supo que muchos rufianes explotaban otras actividades ilícitas como el juego clandestino y el tráfico de drogas, además de la trata de personas para la prostitución.

A lo largo de la investigación también se descubrió la complicidad de la Policía Federal, y del Personal Penitenciario que facilitaba la fuga de los detenidos. Pese a las valientes declaraciones de Raquel, la Cámara de Apelaciones en lo Criminal solo confirmó la prisión preventiva para tres de los procesados, dejando libre a los restantes, en un acto que generó indignación de amplios sectores. La Cámara justificó su accionar en el hecho de que, a excepción de Raquel Liberman, ninguna de las víctimas restantes se atrevió a declarar, sin tener en cuenta las amenazas de los tratantes que pesaban sobre estas mujeres.

El juicio sirvió para la eliminación de la Zwi Migdal, que venía siendo combatida desde su fundación no solo por movimientos feministas, anarquistas, comunistas y socialistas, sino también en el interior de la comunidad judía por grupos de jóvenes que desde 1908 dictaban encendidos discursos en idish y en español, y crearon una organización contra la Trata de Blancas -como se denominaba entonces. Fue muy importante para que el conjunto de la sociedad conociera los entretelones de este negocio inhumano.

Algo similar sucedería muchos años después con el caso de María de los Ángeles Verón -conocida como Marita Verón-, secuestrada en la provincia de Tucumán el 3 de abril de 2002, cuando salía de su domicilio para dirigirse a una consulta ginecológica. La investigación iniciada por Susana Trimarco -madre de la víctima- sirvió para visibilizar ante la sociedad el negocio de la trata de personas con fines de explotación sexual. En 2007 creó la Fundación María de los Ángeles Verón, que hasta el momento ha logrado liberar a más de 600 mujeres.
Las investigaciones de Trimarco apuntaron contra el entonces gobernador y varias personas de su entorno, ligadas, al futbol, la política provincial y la remisería.

Con casi un siglo de diferencia, los casos de Raquel Liberman y Marita Verón muestran un accionar similar de las redes de trata que, movidos por el interés de acceder a ganancias millonarias que le aporta la explotación de mujeres, niñas y niños, recurren a la captación sistemática de sus víctimas mediante el secuestro o promesas falsas, para su traslado a lugares donde serán sometidas a violencia sexual, física, psíquica y económica. Por la complejidad de este comercio humano que constituye la Esclavitud del Siglo XXI, es imposible llevarlo a cabo sin la complicidad de funcionarios políticos, el poder judicial y las fuerzas armadas o de seguridad de los países en donde operan. Además constituye un emergente de la sociedad machista y patriarcal, y de un sistema capitalista que considera a las mujeres, los niños y las niñas como sectores vulnerados en sus derechos hasta llegar a normalizar su explotación y comercialización.

Por ello la lucha por el desmantelamiento de las redes de trata y prostitución, la liberación de todas sus víctimas y el castigo ejemplificador contra los tratantes, no puede ir separada de una lucha más amplia contra el sistema capitalista que facilita la impunidad y da sustento económico a estas redes, que constituyen una de las formas mas perversas de explotación del ser humano.

Sr. Marcelo Horestein | Secretario
Prof. Daniel Silber | Presidente