Buenos Aires, 14 de Mayo de 2017
Israel declaró su independencia el 14 de mayo de 1948. Inmediatamente fue atacado por todos los países árabes vecinos (Líbano, Siria, los reinos de Irak, Egipto y el Hachemita de Transjordania), con el expreso propósito de aniquilarlo. En la contienda perdió la vida el 1% de la población del Estado recién nacido.
La lucha se prolongó hasta 1949. Al concluir, se firmó un armisticio en Rodas, teniendo como resultado la victoria y expansión de Israel.
Como consecuencia de la guerra más de medio millón de árabes se refugiaron en la Franja de Gaza y Jordania. Este proceso es denominado por la comunidad palestina como Nakba (catástrofe o desastre), tragedia que se suma a la de los habitantes judíos en los países árabes, los que fueron expulsados de tierras en las que vivían desde tiempos inmemoriales.
La responsabilidad mayor del conflicto corresponde al colonialismo británico. Su Mandato sobre la región fue incapaz de encontrar una respuesta tanto a las demandas de árabes como de judíos; por el contrario, con el objeto de conservar una posición dominante en la región, alentó las diferencias entre ambos pueblos y su intempestiva salida terminó provocando la guerra(con la misma táctica usada en la península índica, que dio lugar al conflicto entre India y Pakistán, “guerra fría” que perdura al día de hoy).
La Asamblea General de las Organización de las Naciones Unidas, en noviembre de 1947, había establecido la partición del territorio controlado por los ingleses, creando 2 Estados: uno judío y otro árabe. La necedad británica y la ceguera de las oligarquías feudales árabes -las clases dominantes de esos países- rechazaron esta alternativa (propuesta por la entonces Unión Soviética) y las consecuencias prosiguen hasta hoy.
Si bien pareciera que los actores son los mismos, en realidad no lo son.
En algunos de los países árabes hubo cambios sustantivos en cuanto al poder (otras clases lo ocuparon: se derrocaron monarquías, se instauraron repúblicas, se iniciaron -y frustraron- procesos independentistas). Hoy predominan conceptos contrarios a la democracia, a sus propios intereses nacionales y básicamente antipopulares y represivos. Hacia su interior, se han profundizado las disensiones y la fragmentación, estimuladas por el abierto intervencionismo de la OTAN.
En Israel, la derecha conservadora, militarista, chovinista y fascistizante está en el poder, habiendo desplazado política y culturalmente a los sectores laboristas, menos propensos a las salidas bélicas y más proclives a llegar a algunos acuerdos.
Los marcos de las alianzas internacionales se modificaron sustancialmente. Gran Bretaña y Francia pasaron a ser potencias de segundo orden, frente a la competencia socialismo real–capitalismo, sintetizada en la bipolaridad URSS – EEUU. Luego de la Guerra Fría, la implosión de la URSS llevó a la unipolaridad del imperio norteamericano durante casi 2 décadas, pero la recomposición de Rusia la ha llevado a jugar un rol fundamental en el Cercano Oriente.
La opción para los pueblos, para la democracia, la independencia y la libertad es superar los nacionalismos, las salidas apocalípticas y el mesianismo. Sigue siendo la idea fuerza de Dos Pueblos = Dos Estados soberanos, autónomos con fronteras seguras (de acuerdo a la “Línea Verde” de 1967), Israel y Palestina conviviendo uno al lado del otro, estableciendo pactos de cooperación.
Parece una utopía: trabajemos para ello.
Marcelo Horestein Isaac Rapaport
Presidente Secretario General
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