El avance de las empresas extranjeras en las actividades mineras en el territorio nacional es una realidad. Barrick, Osisko y otras son nombres que empiezan a retumbar en nuestros oídos y en nuestras conciencias. La megaminería a cielo abierto –actividad por demás contaminante- recibe a diario expresiones de profundo rechazo por parte de toda la sociedad civil.

En estos días vivimos una experiencia sin par. A pesar de las presiones, de los intentos de atemorizar, chantajear y cooptar, los riojanos expresaron la defensa de los recursos naturales y el derecho a un ambiente sano. Y detuvieron el proyecto que los apremiaba.

Debemos evitar que se contaminen nuestras tierras y nuestra agua; es preciso detener el saqueo de nuestros recursos naturales. Urge defender la soberanía sobre nuestro territorio y los recursos que se encuentran en ella.

Nuestras riquezas naturales, hoy incalculables, y nuestro ambiente están en peligro ante la instalación de empresas como la canadiense Osisko Mining Co que, sin «licencia social», pretende extraer oro con métodos contaminantes. Esta actividad se opone al derecho a trabajar de los pequeños productores, poniendo en peligro el agua de riego necesaria para la producción agrícola y ganadera, principales actividades económicas de la provincia. Es además perjudicial para la actividad turística, que importa una gran relevancia en la zona del Nevado del Famatina.

La explotación a cielo abierto que se plantea en La Rioja no es la más polémica ni la única del país: el yacimiento más grande de este tipo está en San Juan, donde opera el proyecto Pascua Lama, de Barrick Gold, que también involucra a Chile.

Sin embargo, seis provincias prohíben la minería a cielo abierto: Córdoba, Chubut, La Pampa, Mendoza, San Luis y Tucumán. La provincia patagónica de Río Negro también vedaba esta actividad pero en diciembre pasado derogó esa prohibición, señal de que esta actividad seguirá prosperando.

Existe la necesidad de derogar las normas que legislan en materia minera y de promulgar una nueva normativa, que defienda soberanamente los recursos naturales.

Son indispensables las acciones colectivas que expresan el rechazo ciudadano y popular a la megaminería y a otras actividades contaminantes y depredatorias.

Según la BBC Mundo, un estudio de la FAO señala la existencia en América Latina de un fenómeno de concentración y extranjerización de tierras, el que además reveló anomalías en la tenencia de tierras en 17 países de América Latina y el Caribe.

Las alarmas se han vuelto a disparar, al mostrar que élites nacionales e inversionistas extranjeros prosiguen adquiriendo grandes extensiones de suelos fértiles, pero no precisamente para fomentar la agricultura que favorezca la seguridad alimentaria, de la que está tan urgida la inmensa mayoría pobre y desnutrida de la humanidad.

Basta señalar de acuerdo con datos revelados que el foco de esa fiebre de compras de terrenos, que alcanzan hasta 71 millones de hectáreas se dirige hacia la minería, turismo, industria, agricultura sin agricultores, bosques madereros para talar después y biocombustibles destinados a satisfacer el consumo insaciable de automovilistas de los países ricos.

El ICUF asume una postura clara y definida, tal como lo hicimos cuando de planteó el tema de las pasteras sobre el río Uruguay:

  • Sí a la vida
  • Sí a una gestión democrática con los recursos naturales
  • Sí a la sustentabilidad del medio

 

Sr. Marcelo Horestein | Secretario
Prof. Daniel Silber | Presidente