El 18 de julio no es otra fecha más, ni para los españoles ni para los argentinos. Ni siquiera para todos los sectores progresistas y de izquierda del mundo. Fue el momento donde la humanidad decidió enfrentar al fascismo, y esto comenzó en España en 1936.
Una larga tradición solidaria tiene nuestro país con diferentes gestas humanas y revolucionarias, como la libertad de Sacco y Vanzetti, los necesitados de la Primera Guerra Mundial, o las hambrunas de Rusia en 1917 y el Comité de Ayuda a la URSS y tantas otras.
Quizás la causa más importante en Argentina fue la defensa por la República Española, que duró más de 3 años y que originó una solidaridad en todo el país como nunca antes había ocurrido. Colectas, juntadas de dinero, envío de comida y ropa, un sinfín de actividades realizadas por argentinos que veían aquella causa como propia ante el avance del fascismo.
Los que no se quedaron atrás dentro de ese núcleo fueron los judeoargentinos. Más de 300.000 desparramados en todo el país, creando bibliotecas obreras, barriales, sindicatos y militando en diferentes organizaciones anarquistas y principalmente comunistas. Ahí es donde numerosos militantes de izquierda que ya venían reivindicando los valores democráticos, y la lucha sindical se enfrentaban dia a dia en nuestro país contra una dictadura que perseguía, encarcelaba a dirigentes y luchadores sociales.
Mientras avanzaba la guerra civil española, numerosos militantes judeoargentinos del Partido Comunista se ofrecían para viajar a España o eran enviados por el propio Partido. El Partido ofrecía cuadros experimentados no solo en manejo político ideológico y experiencia sindical, sino muchos con algunas especialidades como traductor, médicos, enfermeros. La singularidad judeoargentina hizo que más del 70 por ciento de los voluntarios tengan alguna especialidad o sean cuadros formados. Tengamos en cuenta que más de 100 hombres y mujeres judeoargentinos participaron en España de 1936 a 1939 de un total de 1.000 voluntarios argentinos.
El rol de las mujeres en España fue fundamental, militantes como Fanny Edelman en el Socorro Rojo Internacional, Raquel Levenson en las Juventudes Comunistas o Berta Baumkoler en el Quinto Regimiento, en puestos de importancia arriesgando sus vidas y acompañando al pueblo español.
Salomon Elguer fue traductor en las Brigadas Internacionales, Gregorio Bermann medico en el Ejercito Republicano junto a Juan Golstraj, y Fernando Iaffa cabo sanitario en las Brigadas. Algunos anarquistas judeoargentinos participaron también como dirigentes y periodistas como Jacobo Maguid, José Grunfeld y Jacobo Prince, entre otros.
El compromiso y la militancia por la lucha contra el fascismo hizo que hombres y mujeres vayan a otro continente y den sus vidas por esa causa. Muchos otros, los que regresaron continuaron su militancia pero con otro objetivo, ganar la guerra y ayudar al Ejercito Rojo. Fruto de todo esa labor y la importante sección judía del Partida Comunista, en 1941 se forma el ICUF, logrando cohesionar a toda la militancia y dirigencia en espacio potente y preciso para luchar contra el fascismo.
Es nuestra obligación recordar a estos hombres y mujeres perdidos en el remolino de la historia, muchos de ellos ignorados, que dieron lo mejor de si y sin dudas tienen un lugar ganado en nuestra memoria.
(Este texto pertenece a Jerónimo Boragina, licenciado en Historia, director del Archivo de voluntarios de Argentina en la Guerra Civil Española y coautor de “Voluntarios judeoargentinos en la Guerra Civil Española”. También colaborador del ICUF Argentina).
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