El 12 de agosto de 1900 se creó la Sociedad Agrícola Israelita en la colonia Lucienville, en Basavilbaso, en la provincia de Entre Ríos. Fue la primera cooperativa agrícola del país. Un grupo de quince colonos de la aldea Novibuco, de la colonia Lucienville, junto al maestro de la escuela y al administrador de la Jewish Colonization Asociation (JCA) fueron quienes fundaron esta Sociedad.

La agrupación sentó los primeros cimientos del cooperativismo agrario en la Argentina. Tenía como propósito ensayar distintos cultivos y adquirir a precios económicos los artículos que fueran necesarios para el trabajo de la tierra.

La primera sede de la cooperativa fue la casa de un colono de apellido Embón y fue fundamental para que el pueblo desarrollara su vida comercial y tuviera un lugar de encuentros, pero también un espacio colectivo donde debatir y encontrar la mejor forma de comercializar sus semillas y sobrellevar sus vicisitudes.

La entidad se sustentaba en los principios de unión y solidaridad y respondía a la necesidad de organización de los socios, quienes aportaron un peso, reuniendo un capital de diecisiete en total.

Hasta ese momento, la población de la colonia no había sentido la necesidad de organizarse para defender sus intereses económicos: la labor agrícola no era para ese entonces de proporciones significativas. Esa situación cambió drásticamente cuando arribaron los primeros colonos, a fines del Siglo XIX, con toda la inmigración originaria de los diferentes países de Europa.

Estos inmigrantes veían con gran preocupación las grandes distancias despobladas en sus contornos, la ausencia de un comercio organizado, así como de un mercado para la producción. Esto provocaba la paralización de cualquier iniciativa por parte de los agricultores y un pesimismo constante.

Por otra parte, las condiciones contractuales a las que estaban sujetos eran rigurosas y demandaban grandes sacrificios: sus resultados no siempre eran satisfactorios para cumplir con los compromisos contraídos.

Frente a esta situación, por eso mismo, en 1900 se concretó la creación de la Cooperativa Agrícola Lucienville Limitada, con el mismo nombre que se le dio a la colonia y que fue adoptado además por la institución en 1926, en homenaje al hijo del Barón Hirsch, Lucién que falleció a temprana edad, en 1887.

El acta fundacional de la Sociedad estableció que los socios podían ser “ordinarios” y “extraordinarios”: Los primeros fueron los colonos y los empleados de la JCA y, los segundos, todos aquellos habitantes que, sin ser colonos, estuvieran interesados en los temas agrícolas o pudieran resultar útil a la flamante entidad.

Los principios que sostenía la Sociedad eran la adhesión, libre y voluntaria, la gestión democrática por parte de los asociados, la participación económica de los socios, la autonomía y la independencia, educación, formación e información.

En la práctica, la Cooperativa se encargaba del acopio de semillas, su industrialización y comercialización, como el diseño de estrategias contra las plagas, las adversidades climáticas, la compra y los compromisos con la JCA.

Se encargó, de manera simultánea, de otros aspectos comunitarios y obras de carácter social, como la realización de actos culturales, la organización de un teatro par aficionados y la formación de una biblioteca. En 1910, construyó un gran hospital regional, que años después entregó a una sociedad sanitaria.