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En Salta, Argentina, se realizó el XXIX Encuentro Nacional de Mujeres desde el sábado 11 al lunes 13 de octubre. Dicen los medios que éramos cuarenta mil mujeres. Y es bueno ver que la cifra crece año tras año.

Empecé a ir a los encuentros en el 2002 por invitación de una vecina mía- que ahora tiene 101 años- y fue ella quien me insistió en que fuera. Así llegué justamente a Salta, en el 2002, en un micro junto a muchas mujeres de distintos puntos de capital y Gran Bs. As. Con nosotros viajaba Loana Berkins que nos alojó en su casa. Algunas delegaciones se alojan en escuelas y otras en hoteles. En esa oportunidad, participé del taller “Mujer y Educación” y pude comprobar la presencia de la religión católica dentro de las escuelas públicas (cruces dentro de las aulas y rezos al entrar a clase). Doce años después no era igual la situación por reclamo ante la justicia que hicieron un grupo de padres salteños para garantizar la educación pública laica.

Este año, para el momento de la apertura, usamos el Estadio Delmi, donde la Comisión Organizadora local convocó a las Bagualeras del Norte para darnos la bienvenida. Una decena de copleras de distintos puntos de la provincia con sus trajes típicos nos recibieron y emocionaron con sus cantos sencillos y profundos. Los recién llegados llenaban las plateas altas y las tribunas. Los grupos de partidos políticos o sindicatos agitaban sus banderas. Los cánticos de las delegaciones mostraban la alegría de habernos reencontrado o la de experimentar por primera vez ese maravilloso momento de presencia, fuerza y reclamos que cada encuentro nos permite.

Variadas las edades de las participantes. Variadas las vestimentas. Variadas las procedencias y las experiencias. ¡Para eso sirven los encuentros! Es una oportunidad de conocer y tomar contacto con muchas otras mujeres que traen para compartir lo bueno y lo difícil de su vida diaria.

Ese intercambio de experiencias vitales ocurre a cada paso: en las calles, en las plazas, en los talleres. En las actividades culturales ofrecidas el sábado a la nochecita, que muestran la creatividad y el aporte de chicas o señoras de distintos puntos del país. Yo pude gozar del espectáculo de imagen, música y teatro que hicieron Las Valkirias- tres actrices salteñas- con historias de mujeres de diferentes edades.

Los talleres se desarrollan en diferentes escuelas, que ofrecen en sus aulas el espacio para debate, la transmisión de experiencias, el análisis de problemas y la elaboración de conclusiones. Una elige a cuál taller quiere concurrir. Este año hubo un listado de 68 talleres con temáticas muy diferentes (identidad, sexualidad, trabajo, salud, pueblos originarios, mujer y medios de comunicación, mujer y cultura, emprendimientos, cooperativas,  mujer y religión, mujer y tiempo libre, mujer y estado laico, tercera edad, jóvenes, etc.) En cada taller, la coordinadora y las secretarias se eligen y ayudan a organizar el intercambio de ideas.

El domingo a la tarde se marcha por las calles para que vean la multitudinaria presencia de las mujeres que quieren hacerse notar, que se las visibilice, con todo su potencial y con toda la energía de sus reclamos: ¡Basta de violencia! ¡No a la trata! ¡Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir!

Como es habitual en cada lugar dónde se sucede este encuentro, se pusieron vallas para resguardar el frente de la Catedral salteña y las iglesias, además de custodia policial en las esquinas. Igualmente, estaba previsto un recorrido para la marcha que evitaba pasar por esas zonas. El lugar de partida fue el Portal de la Memoria- en el que está la letra del poema de Neruda “Pido castigo”.

El acto de cierre en el estadio Delmi, el lunes a la mañana, permitió la elección de la nueva sede para el encuentro del 2015. De las tres opciones (Mar del Plata, Bs. As. y Chaco) salió elegida por aclamación la primera opción.

¡¡Allí estaremos el año próximo!! Ojalá se sumen muchas mujeres de nuestro movimiento. Es una oportunidad para apreciar lo variado y diverso que es nuestro país. Involucrarse en la búsqueda de caminos para modificar lo que queremos cambiar. Aprender y enriquecernos con los aportes de otras.

Yo este año participé en el taller de Mujer y pueblos originarios- como lo hice en el 2006 cuando fui a Jujuy. Tuve a mi lado a la cacique de la Nación Guaraní, a una mari-mari mapuche, a una dirigente boliviana… Les conté de la iniciativa del ICUF de organizar el ciclo “Un genocidio, todos los genocidios” y pude establecer contactos.

Hacer oír nuestra voz… Escuchar a otros… ¡¡¡Así surgirán actividades unitarias!!!

Espero que les haya logrado transmitir lo que viví en estos días. Si les interesa saber más puedo responder más interrogantes. Un abrazo… Rosita Grushka.

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