Pasan los años y la conmemoración de aquel tiempo en que la democracia y los derechos humanos fueron violentados se transforma en un día de reflexión, de recordación, y de lucha constante. Nos convoca, como siempre, a recordar que, un día como aquel 24 de marzo de 1976, como todos los anteriores y los que vendrán, la democracia fue secuestrada, detenida y desaparecida. Esa democracia que ha costado tantas vidas, y que ahora, hace solamente cuarenta años, recuperamos y debemos defender.
La persecución y la represión contra militantes, dirigentes y otras personas que expresaban o representaban ideas o acciones identificadas con la reivindicación de derechos se había iniciado algún tiempo antes, con las acciones de los grupos parapoliciales al amparo de los sectores reaccionarios enquistados en el gobierno.
. Pero la decisión de terminar con cualquier expresión a favor de los intereses populares, articuló la estructura de las Fuerzas Armadas con el poder de los sectores concentrados de la economía, con la complicidad de buena parte de la Iglesia, empresarios y civiles, que finalmente lograron derrocar al gobierno electo democráticamente, clausurar el Congreso de la Nación e intervenir el Poder Judicial.
El resultado de semejante plan es conocido: más de 30 mil personas detenidas-desaparecidas, 400 bebés robados de sus familias, y una generación quebrada emocional y físicamente. En pocas palabras, un genocidio económico y social.
Hoy en día, en nuestro país y en el mundo, cuando los personeros del fascismo intentan acomodarse en el poder y delatan sus intenciones sin tapujos ante auditorios a los cuales la democracia no ha logrado resolver sus problemas, resulta necesario apelar a la memoria.
Hoy, cuando cerca de la mitad de la población está constituida por personas nacidas después de la dictadura y muchas de las cuales no tienen un conocimiento acabado de lo que significó el terror sobre la población, resulta necesario transmitir la memoria.
Hoy, cuando el Poder Judicial se encuentra dirigido e infiltrado por representantes de las corporaciones, que abogan por perseguir a sectores políticos en busca de maximizar sus propios beneficios y que no temen pisotear la soberanía y los derechos expresados en la Constitución Nacional, resulta necesario reivindicar la memoria.
Hoy, cuando el aparato mediático y de redes intenta hacer olvidar o confundir el significado de las noches más oscuras que vivió este país, con el desembozado fin de defender intereses concentrados y privilegios, resulta una obligación defender la memoria.
Porque la memoria, apoyada en la búsqueda de la verdad que dé lugar a la concreción efectiva de la justicia, es la herramienta indispensable para que aquello que pasó no se vuelva a repetir. Porque la política de memoria, verdad y justicia es la única que nos permite alumbrar un futuro en donde las ideas no sean perseguidas, y los crímenes en contra de la población no queden impunes. Para ello, nos sumamos al reclamo colectivo de apertura de los archivos de la SIDE, y de juicio y castigo a todos los culpables.
Desde la Federación de Entidades Culturales Judías de la Argentina – ICUF, participamos, activamos y militamos para que la democracia sea de mejor calidad, en una búsqueda plena de memoria, verdad y justicia constante, defendiendo las instituciones y los derechos humanos.
No perdonamos, ni olvidamos, porque no queremos que aquello se repita NUNCA MÁS.
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