En el Día de Nuestra Independencia
La Historia de la Humanidad esta marcada a través del tiempo por la búsqueda de un ideal, que hoy parece utópico: la equidad.
Eso genera agrias disputas entre los que tienen y los que no tienen, entre los poderosos y pudientes de un lado y los desposeídos por otro. Nuestra Historia Nacional no es la excepción.
En ese contexto se inscribe la Declaración de la Independencia, aquel 9 de julio de 1816.
Había quienes pretendían conservar sus privilegios –políticos, económicos, sociales- y quienes dentro de su corazón y su conciencia, aún resonaban los ecos de los postulados de Belgrano, Moreno y otros hombres de la Revolución de Mayo que soñaban con construir una Patria libre, emancipada y justa.
Castelli, allá por 1810 decía “…no reconozco en el virrey ni en sus secuaces representación alguna para negociar la suerte de unos pueblos cuyo destino no depende sino de su libre consentimiento… para que en el uso natural de sus derechos expongan su voluntad y decidan libremente el partido que toman en éste asunto que tanto interesa a todo americano…”
La Declaración de la Independencia el 9 de julio de 1816 no fue un acto irreflexivo, sino que, a pesar de las difíciles condiciones por las que atravesaban las Provincias Unidas del Río de la Plata, era la única salida posible: con audacia, ir hacia delante, hacia la definitiva Libertad. Y así lo entendieron los representantes de cada una de las provincias que se reunieron en Tucumán.
A casi 200 años de esa noble y valiente decisión, en nuestra Patria se siguen debatiendo dos proyectos.
El ICUF (Idisher Cultur Farband / Federación de Entidades Culturales Judías de la Argentina), se alinea sin dudar detrás del único que responde a los genuinos intereses del pueblo y de la Nación argentina: el de construir un país soberano y una democracia plena, integradora en la cual cada habitante del suelo nacional tenga las posibilidades de una vida digna.
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