El 20 de junio de 1973 caía un roble de las filas icufistas: Sansón Drucaroff.

Era uno de sus representantes más lúcidos y capaces del movimiento judeo-progresista latinoamericano y, por eso, dejó una honda herida. Apasionado, inteligente, múltiple en la actividad política y creadora, todo en él era firmeza, pero también contaba con cordialidad para tratar a un compañero y para hacerse partícipe de sus problemas. Fue un bastión ideológico del movimiento icufista, así como batallador incansable en diversos frentes de lucha democrática y popular.

drucaroffNació en la aldea de Schiroka, Ucrania, en el año 1900. Hijo de una familia humilde, conoció la dura vida de los judíos pobres en la Rusia zarista. Su padre murió muy joven, en 1912. Un año más tarde, corrida la familia por la miseria, esta se lanza en busca de nuevos horizontes: la madre, con sus siete hijos, emigró a la Argentina, y se estableció en el pueblo pampeano de Rivera.

Gracias a su gran capacidad intelectual y a su indomable voluntad, Sansón logró cursar, en el año 1914, toda la escuela primaria, a pesar de que apenas conocía el idioma castellano.

Fueron muy difíciles sus primeros años como inmigrante. Él y sus hermanos realizaron los más rudos trabajos de campo para ayudar a subsistir a su familia. Así, recién a sus diecisiete años pudo, Sansón, con penosos esfuerzos, trasladarse a Bahía Blanca para cursar el colegio secundario; sin embargo, terminó el bachillerato en tres años. Al año siguiente, viajó a Buenos Aires, donde ingresó a la Facultad de Odontología. Obtuvo su diploma en 1924.

Apenas recibido y recién casado con Berta Blejman —desde entonces su inseparable y ejemplar compañera de lucha— volvió a Rivera, donde nacieron sus tres hijos. En Rivera concretó Sansón más de diez años de descollante labor: Fue el fundador y el primer presidente del Centro Cultural Israelita; también de su importante biblioteca José Ingenieros; fue participante activo en todas las instituciones del pueblo, destacado activista del movimiento cooperativo, editor de un periódico. Fue un dirigente y un orador brillante.

Dominaba por igual el ídish y el castellano, y hablaba fluidamente el ruso. Con esta herramienta y con su determinación, dedicó sus mayores energías a la gran tarea de su vida: integrar las masas laboriosas judías a las grandes luchas nacionales del pueblo argentino y, así, aportar a la cultura argentina las joyas de la cultura judía.

Tenía, además, una gran versación filosófica, especialmente acerca de los clásicos del marxismo-leninismo. Fruto de esta temática fueron infinidad de escritos de su autoría: ensayos, artículos periodísticos y su libro Pioneros, dedicado este último a la epopeya de la colonización judía en la Argentina.

En 1934 se trasladó a Buenos Aires, donde se lanzó a una actividad más intensa. Se destacó en el Movimiento contra el Racismo y el Antisemitismo, en el Procor (Colonizacion Judía en Birobidyán), en el Comité de Ayuda a la España Republicana y en el Movimiento de Ayuda a los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial.

En 1941, al producirse la invasión nazi a la Unión Soviética, debió abandonar sus estudios de Derecho —había llegado a cursar el tercer año— para presidir el movimiento de ayuda a ese país, en el sector de la colectividad israelita. Pero la reacción no permitió su actividad y, en 1943, fue encarcelado y confinado, junto a muchos otros luchadores antifascistas, en la cárcel de Neuquén, donde permaneció hasta fines de ese año. Además, fue privado de su ciudadanía argentina.

Terminada la Segunda Guerra Mundial, se incorporó al ICUF, donde fue colaborador permanente de su revista literaria, Aporte. Fue, durante quince años, secretario del ICUF y, luego, Presidente —cargo que ocupó hasta su muerte—. Durante muchos años, colaboró con los periódicos judeo-argentinos —en algunos períodos, semilegales—: La voz del pueblo, La senda, Hoy, La Semana, Tribuna.

La Federación de Entidades Culturales Judías de la Argentina – Idisher Cultur Farband (ICUF Argentina) recuerda a este valeroso hombre que, como tantos judíos progresistas que inmigraron a Argentina, elevó la cultura de su pueblo y, a su vez, la integró con la Nación en donde vivió, y de la que se volvió parte. Es este un homenaje a uno de los hombres que dio cause a una de las ideas-fuerza que, aún hoy, defiende y difunde el ICUF: la integración del pueblo judío al país que le dio asilo, esa indisoluble doble vertiente de cultura que forja nuestra identidad. Destacamos a Sansón Drucaroff por su activismo pleno a lo largo de su vida.

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