El artículo de Carlos Pagni publicado en el diario La Nación el domingo pasado merece nuestro rechazo.

Más allá de las consideraciones de carácter político y/o económico – en las cuales no ahondamos, aunque tengamos claras diferencias en lo expresado-, manifestamos con claridad nuestro malestar ante la manera en que se expresan algunos conceptos.
El autor dice textualmente: “Kicillof es un académico marxista… En los últimos tiempos Kicillof se concentró más en Marx. Está aprendiendo alemán para leerlo en su versión original. Hijo de un psicoanalista, bisnieto de un legendario rabino llegado de Odessa, la genealogía de Kicillof parece ser una sucesión de dogmáticas…”
Preguntamos: ¿Cuál es el inconveniente en que sea marxista?, ¿y en que sea hijo de un psicoanalista o bisnieto de un rabino? ¿Por eso se convierte en un “dogmático”?
Podemos adherir o no a la religiosidad de un rabino. Lo que no podemos es juzgar a partir de sus antecesores. El autor del artículo, ¿no se da cuenta que estigmatiza a alguien por el solo hecho de ser, cosa de la que se ufanaba el nazismo?

 

Recordemos que la combinación que el autor propone de marxismo + judaísmo tiene algún tufo que no nos gustaría que se repitiera, ya que fue el latiguillo con que perpetraron situaciones horrendas y que sirvieron de base al desarrollo del nazismo en Europa y el terrorismo de Estado aquí.

Reiteramos que se puede o no compartir con el viceministro Kicillof su cosmovisión y su acción política.

Lo que no puede hacerse nunca es el descalificarlo por el solo hecho de ser, en este caso, judío y/o marxista. Así corre el serio riesgo de pulsar una fibra íntima muy sensible a los judíos y a la sociedad como lo es el antisemitismo.

 

Sr. Marcelo Horestein | Secretario
Prof. Daniel Silber | Presidente