«Y tanto como lo que encontré en esos documentos me sirve pensar ahora en mi amigo de Floresta que en plena adolescencia me encargó que vendiera en mi familia bonos del «Partido». Eran los finales de la ada del ’50 y recuerdo con qué clase de horror recibieron mis viejos la propuesta. «¿Quién te dio eso…? Lo devolvés ahora mismo». Enfrente de casa atendía V., el sastre del barrio, que con sutilezas trató primero de hacerle la cabeza a mi hermano, mayor que yo. En ese negocio leí por primera vez, y secretamente, la revista Novedades de la Unión Soviética, cuando todavía no era capaz de distinguir entre periodismo y propaganda. Allí debo haber descubierto expresiones como «Cortina de Hierro» o «Países del Este». También pienso en W., el papá de M. y de A., que en medio de asados pantagruélicos reivindicaba a los pobres del mundo y condenaba al execrable «Sálvese quien pueda», que ya se manifestaba como el nuevo mal del siglo XX e incluso se insinuaba para el siguiente. En muchas familias, y también en las de origen judío, como la mía, siempre había un comunista: un tío, un abuelo que había llegado de Europa con una mano atrás y en la otra trayendo un samovar, un pariente lejano, un amigo. En general, se lo consideraba una especie de mancha familiar y se lo ocultaba, porque en demasiados momentos ser comunista o estar cerca de alguno que lo fuera implicaba grandes riesgos y posibles persecusiones. Los «rusos» de la Federación de Entidades Culturales Judías (el ICUF) o del Idische Folk Theatre (el entrañable IFT), de la agencia que traía ballets y al Circo de Moscú o del cine Cataluña protagonizaron acontecimientos artísticos importantes en tiempos difíciles. Eran sólo eso: camaradas, bolches, anti-imperialistas, comunistas convencidos en los tiempos en que casi nadie hablaba de utopía, que ni siquiera estaba de moda el término militante y que la expresión stalinismo no había alcanzado, como ocurrió en los últimos años, categoría de descalificación».

El gran periodista Carlos Ulanvosky mencionó a la Federación de Entidades de Culturales Judías (ICUF Argentina) y al Idische Folk Theatre (IFT) en su columna de opinión sobre los cien años de la Revolución Rusa. Fue en la edición de ayer, en el diario Tiempo Argentino.