La vida de las mujeres, a lo largo de toda la Historia de la Humanidad, nunca ha sido fácil. Por el contrario, castigadas, humilladas, sometidas, postergadas, han sido esa mitad invisibilizada que hoy demanda igualdad y derechos.
Nos encontramos en un momento crucial; si las políticas neoliberales de recortes aplicadas por diversos gobiernos con el pretexto de las sucesivas crisis han provocado un severo empobrecimiento de las condiciones de vida del conjunto de la ciudadanía y un retroceso brutal en derechos conquistados, en el caso de la situación de las mujeres, esto se ha multiplicado.
El contexto de dificultades fue aprovechado por las ideologías más conservadoras para imponer sus preceptos morales (verdadera moralina hipócrita) y religiosos con el objetivo de ejercer, una vez más, control sobre la vida de las mujeres. Por eso, vemos con beneplácito los avances registrados tanto en la vida cotidiana como en el plano jurídico y político.
El 8 de marzo fue establecido como Día Internacional de la Mujer en homenaje a las mujeres trabajadoras asesinadas de manera infame en un taller textil a comienzos del s. XX en Nueva York y reivindicada por Clara Zetkin en numerosos foros internacionales.
Las organizaciones sociales y culturales como el ICUF (Idisher Cultur Farband / Federación de Entidades Culturales Judías de la Argentina) hemos recorrido un largo camino en la lucha por el reconocimiento de los derechos de todas las mujeres sin excepciones. Y continuaremos luchando frente a toda ideología, religión o gobierno que trate de imponer sobre nuestras vidas sus normas “morales”, vulnerando nuestros derechos y que podamos ejercerlos con autonomía y libertad, expresando así nuestro compromiso de lucha en la defensa de la salud, la vida y libertad de las mujeres, por su derecho a participar y decidir, así como su presencia en todos los espacios públicos. Hace falta un compromiso político claro y decidido. Lo que no sirve son declaraciones de buenas intenciones o medidas vergonzantes. Las mujeres no se lo merecen.
En las figuras de Leike Kogan, Mina Fridman, de las jóvenes detenidas – desaparecidas Teresa Israel, Patricia Julia Roisinblit, Ana Dora Wiesen, Patricia Villar, Marina Coldman y tantas otras activistas anónimas de nuestro movimiento y de otras organizaciones (sociales, políticas, culturales, educativas, territoriales) reivindicamos el enorme papel jugado por las mujeres en las luchas populares por construir sociedades democráticas y equitativas, solidarias y fraternales.
Hombres y mujeres debemos salir juntos de nuestras casas, oficinas, empleos, barrios, trabajos, escuelas… y bailar. Encontremos juntos nuestro lugar y nuestra historia. Nuestra visión del mundo es en la que las mujeres cruzan límites, uniéndose, caminando, hablando, bailando como si fueran una sola, el mismo día y por la misma razón, para que el mundo sea un lugar seguro para todas y para todos, un lugar donde los seres humanos, mujeres y hombres, hombres y mujeres, podamos ser nosotras/os misma/os, sexual, cultural, política, social, intelectual y emocionalmente, sin amenazas ni terror, sin intimidación ni temor.
Sr. Marcelo Horestein | Secretario
Prof. Daniel Silber | Presidente
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