Al cumplirse un nuevo aniversario de la muerte del Libertador, General José de San Martín, el ICUF (Idisher Cultur Farband / Federación de Entidades Culturales Judías de la Argentina) lo recuerda trayendo al presente su ideario revolucionario y su concepción de Patria.

 

Un 17 de agosto como hoy, pero de 1850, moría en Francia el general José de San Martín. «Seamos libres, lo demás no importa nada», decía el Libertador a sus paisanos en la gesta más gloriosa que encontró a los sudamericanos unidos bajo un ideal común: la independencia y la unidad. Bolívar desde el norte de Sudamérica y San Martín desde el sur, cruzaban sus banderas libertarias para terminar con trescientos años de vasallaje y colonialismo.

 

No otro fue el proyecto de los grandes libertadores -incluyendo a Artigas en la Banda Oriental, Morazán en Centroamérica, el cura Hidalgo en México, entre tantos-, que alcanzar la unidad de la Patria Grande y la justicia social. Ese sueño, el de los hombres y mujeres que acompañaron la primera gesta independentista, no pudo hacerse realidad por causa de una minoría poderosa económicamente, que antepuso sus privilegios e intereses mezquinos, a los del pueblo y de la Patria.

 

Y esa minoría, vendida a los intereses extranjeros, la misma que derrotó el proyecto sanmartiniano, es la que actualmente impide que nuestro país se desarrolle con soberanía y justicia social. Es por eso que la consigna fundamental, ayer como hoy, sigue siendo: «Patria o colonia», «Liberación o Dependencia». Por un lado, la gran mayoría de los argentinos y por otro, los aliados de los intereses de los poderosos y los privilegiados.

 

Es por eso que hoy, los argentinos patriotas, tenemos que volver a San Martín, aprender de sus enseñanzas, actualizar su vigente mensaje revolucionario y retomar su lucha consecuentemente.

 

La oligarquía argentina deformó, ocultó, tergiversó la doctrina sanmartiniana. Hizo todo lo posible para desvincular al verdadero San Martín de su pueblo. Nos lo presentó simplemente como un militar exitoso, nunca como un político patriota y revolucionario tal como lo fue.

San Martín se educó en la escuela pública, tanto en Buenos Aires como en España y nunca en Escuela de Nobles. Y defendió la cultura nacional y popular como ningún otro en su época.

 

San Martín nunca aceptó lujos ni privilegios y donaba gran parte de su sueldo a la causa patriótica. Expropió y confiscó a la oligarquía y a los enemigos de la Patria para construir el Ejército Libertador.

 

San Martín siempre confió en los gauchos, los indios y los negros como principal sostén de la lucha emancipadora. Liberó a los indios de la servidumbre, emancipó a los esclavos y dignificó la vida de los paisanos trabajadores.

 

San Martín se enfrentó contra la oligarquía vendepatria que claudicaba ante las potencias de turno. Y no sólo combatió al colonialismo español sino que también ofreció su espada para combatir a Inglaterra y Francia cuando estos países pretendieron humillar a nuestra Nación.

 

San Martín siempre puso el ejemplo en trabajo, sacrificios y disciplina como ningún otro de sus subalternos. E impulsó y protegió la industria nacional, el crédito accesible para los productores y el criterio de que el que más riquezas posee más tiene que contribuir en impuestos.

 

San Martín admiró hasta su muerte al Libertador Simón Bolívar porque compartía el ideal de la Unidad de la Patria Grande.

 

El verdadero San Martín, aquel que batalló con los pobres y por los pobres, debe ser recuperado por el pueblo. Su voz todavía señala el camino, su doctrina debe ser incorporada como pilar fundamental en la tarea de construir una Patria justa, libre, democrática y soberana.

 

Es por esto que, conociendo y reconociéndonos en el general San Martín, adquiriremos la base doctrinaria para la conformación de una auténtica fuerza nacional, popular, patriótica, democrática y transformadora que rompa las cadenas que nos sujetan a los poderosos. Marchar hacia la segunda y definitiva independencia es la tarea.

 

Es así que San Martín volverá con los verdaderos patriotas y revolucionarios. Los gauchos, negros e indios que acompañaron su gesta son hoy el pueblo y los trabajadores de la Argentina. Y ese pueblo argentino tiene el coraje necesario que requería el Libertador para encarar las grandes empresas. San Martín vuelve, porque como bien él decía: «Mi misión es proteger al inocente oprimido, favorecer al desgraciado… yo vengo a poner fin a este tiempo de miseria y desgracias…”.

 

UNA  DE  SAN MARTIN

 

La primera campaña de vacunación que existió en el país la hizo José de San Martín mientras gobernaba Cuyo y preparaba al primer ejército popular latinoamericano para emprender la epopeya de la liberación continental. Una medida política a favor de los que eran mayoría en aquellos territorios abrazados por la Cordillera de los Andes y que fue registrada por los historiadores oficiales de la Argentina.

 

Medicina, desde el Estado, para darle salud a un pueblo que estaba dispuesto a pelear por su liberación. Ese pensamiento no estaba entre las conclusiones de los cronistas admitidos por la academia. Ellos simplemente acotaron el hecho, no lo ocultaron.