Las escasas 67 palabras que contiene la Declaración Balfour, firmada el 2 de Noviembre de 1917, fueron más que elocuentes: promovieron, de manera simultánea, esperanzas y decepciones. Por un lado, para los judíos, la esperanza de poder construir, teniendo como base un hogar nacional, un Estado moderno. Por el otro, la decepción, entre los árabes, de sentirse avasallados en su territorio.
La Declaración, sin embargo, fue una aplicación concreta de maniobras coloniales de un imperialismo –el británico– en decadencia, que se autoarrogaba la potestad sobre territorios que eran de su propiedad, y donde aplicaban políticas diseñadas por un gabinete con el solo objeto de sostener su hegemonía en la región, controlando las vías de comunicación y los futuros pozos petroleros de aquellos espacios.
A un siglo de aquella afirmación, si bien los actores parecen ser los mismos, en realidad no lo son. Por un lado, entre los judíos sionistas se desarrolló un sentido expansionista, militarista, encaramado en la concepción mística del Gran Israel; por otro, entre los árabes, que ya no son aquellos terratenientes feudales, se despliega un sentimiento nacionalista rayano al chovinismo. Ambos se conciben como enemigos irreconciliables, cuando debieran verse con facultades y capacidades convergentes.
Tanto los israelís como los palestinos recurren a argumentos valederos: los dos pueblos tienen el derecho a una existencia soberana, segura y democrática, sin tutelas ni temores ni presiones. Un diálogo amplio y franco que comprometa a todas las partes a construir una paz justa, democrática, profunda, estable es el futuro. La paz en la región prosigue teniendo valor y fuerza; es lo único revolucionario. Por todo eso, saludamos y compartimos los esfuerzos de todos los que se suman a ese camino.
A 100 años de la Declaración Balfour, la Federación de Entidades Culturales Judías de la Argentina – Idisher Cultur Farband (ICUF Argentina) insiste en que la respuesta ante las sucesivas crisis que se viven en el Cercano Oriente, es la constitución definitiva de un Estado Palestino soberano, que conviva junto a un Estado de Israel reconocido por toda la comunidad internacional, con seguridades para ambos. La fórmula Dos Pueblos = Dos Estados conserva su vigencia y también implica la obligación mutua a una existencia digna.
Marcelo Horestein, Presidente
Isaac Rapaport, Secretario General
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