Desde la Federación de Entidades Culturales Judías de la Argentina —ICUF— hemos dicho en más de una oportunidad que en Gaza se está ejecutando una masacre. Rechazamos este accionar que, ejercido por el Gobierno del Estado de Israel, es retroalimentado por Hamás, lo que convierte a ambos en cómplices mutuos de esta espiral de violencia que cuesta vidas humanas.

El conflicto en Medio Oriente debe arribar rápidamente a un alto el fuego: con la devolución de los rehenes a sus hogares, la libertad de los “presos administrativos” y la retirada de las tropas.

En este marco, las recientes manifestaciones del actor y dramaturgo Norman Briski —expresadas al recibir un premio Martín Fierro por su trayectoria— han desatado una tormenta de agresiones en contra de su persona, cuando lo que dijo sobre el genocidio que se está llevando a cabo en la franja de Gaza representa una mirada humanista, coherente con los principios del judaísmo.

Las amenazas y repudios que está recibiendo de parte de quienes se quieren adjudicar la opinión hegemónica sobre lo que pensamos les judíes es parte del modelo violento en el que se han sumergido las comunicaciones en nuestro país, impulsadas desde el Gobierno Nacional, mediante su ejército de mentidores, trolls y bots, los que fogonean el odio como manera de dividir para poder gobernar. Este accionar de la dirigencia de una parte de la colectividad argentina-judía no hace más que alimentar el antisemitismo y la judeofobia.