El 11 de setiembre de 1973, el “compañero presidente” Salvador Allende era derrocado por un golpe de Estado y asesinado. Se frustraba así una experiencia novedosa en América Latina: construir una nueva sociedad, erigida sobre nuevos pilares, conducido desde un proceso inédito como el que fue el de la Unidad Popular.

La UP había llegado al gobierno por vía de las elecciones; el suyo era un gobierno legal, legítimo y con amplia base popular. Las medidas que venia tomando en todos los aspectos afectaban a los poderosos y a los privilegios de las multinacionales y la oligarquía local, y beneficiaban a los sectores populares.

Ni la derecha chilena ni los amos del norte podían permitir que algo así resultara exitoso y se propagara esa experiencia. Por eso apeló a la sangre y el fuego. Por eso los Pinochet & co. impusieron una dictadura feroz y sangrienta, auspiciada directamente por los EEUU, siendo su mentor privilegiado el Secretario de Estado de entonces Henry Kissinger.

Ese golpe era uno mas en la serie de los que se venia produciendo en América Latina; los anteriores eslabones de esa cadena siniestra eran Paraguay, Brasil, Bolivia, Uruguay y el ulterior Argentina. Para 1976 todo el Cono Sur de “nuestra América” estaba sometido a feroces dictaduras patrocinadas por EEUU, con su reguero de muertes, desapariciones, Plan Cóndor,  privatizaciones, desocupación, impunidad, neoliberalismo y demás dulzuras con que disciplinó el Imperio a esta región.

Por eso, este 11 de setiembre no nos resulta ni lejano ni ajeno

El otro 11 de setiembre –el del 2001- tampoco nos es extraño. No justificamos el terrorismo de Bin Laden y los suyos, ni alcanza con eso para explicar la invasión, ocupación y saqueo por parte de EEUU, Gran Bretaña y su alianza a Irak y Pakistán, así como su descarado intervencionismo político militar en el Cercano y Medio Oriente.

La larga mano del Imperio pretendió y pretende tutelarnos ayer y hoy y sujetarnos en un “Estado policial”, sin importar qué recursos utiliza: guerra, golpes de estado duros o blandos, acciones destituyentes a través de mecanismos institucionales perversos, intervenciones armadas encubiertas, mentiras, violaciones flagrantes a los derechos humanos.

Frente a estos atropellos, los pueblos decimos NO. Y en ese NO se levanta clara y nítida la imagen de Salvador Allende, alentándonos a construir nuestros sueños, a erigir nuestras utopías de justicia y libertad, a transitar sin temores “las anchas alamedas”.

El ICUF (Idisher Cultur Farband / Federación de Entidades Culturales Judías de la Argentina) reivindica el funcionamiento pleno de las instituciones republicanas en el marco de la democracia y reclama la plena vigencia de los derechos humanos, esto es un reclamo de justicia para los agraviados, de no a la impunidad para los responsables de crímenes de lesa humanidad y de PAZ para toda la Humanidad.

Sr. Marcelo Horestein | Secretario
Prof. Daniel Silber | Presidente